Según un querido amigo, Raúl Castro es el genio político del siglo XXI. Me cuesta aceptarlo, pero me gusta que lo piense. Mi amigo es un tipo inteligente, vive en Cuba, sabe mucho, respeto su opinión. Le pido que argumente su aseveración. Me da una serie de elementos interesantes.

Raúl ha hecho una transición de gobierno y ha cambiado la manera de gobernar sin que se genere ningún roce desestabilizador. Se sabe que poco a poco ha ido desmontando toda la estructura Fidelista. Moviendo piezas con discreción ha ido poniendo a su gente sin que nadie se revire. Probablemente no ha logrado remover a todos los que quisiera, ni movido todo lo que le gustaría, pero la política es un juego de concesiones y acuerdos, incluso en la isla, donde puede parecer que todo es un monolito vertical. No lo es. En el pico de la pirámide hay poderes que se contraponen y se disputan. Dentro del círculo del poder, quizás su movimiento más interesante fue poner a Díaz-Canel como primer vicepresidente, o sea, como segundo del país

Díaz-Canel es un tipo joven y quiero yo pensar que tiene buenas y nuevas ideas. De algunas he tenido noticia. Es por ejemplo de los que impulsa la llegada de internet por la puerta ancha. Y al menos estoy seguro de que tiene mejores ideas que Machado Ventura, que debe de tener tantas ideas nuevas como pelos en la cabeza.

Raúl ha llevado adelante una política exterior novedosa. Se ha sentado, para empezar, con todos los acreedores de Cuba y ha empezado a poner las cuentas en orden. Un orden que ha incluido cancelación total o parcial de la deuda por parte de algunos países, reestructuración de deuda en otros casos, planes y estrategias de pago claras para el resto. Sin cuentas claras, no se pueden pedir préstamos, ni pretender grandes inversiones y en éste mundo es complicado desarrollarse sin adelantos del vil metal. Se ha sentado a conversar con líderes de todos lados y todo laya. Esto no quiere decir perder soberanía, ni clausurar ideales. El pueblo cubano necesita mejoras económicas y eso pasa por tener buenas relaciones con el mundo que te rodea (sin que sea esto lo único que se necesita, claro está).

Las estrategias han traido resultados. Inversores de varios países se pelean por hacer negocios con la isla. Cuba fue invitada por primera vez a la cumbre de las Américas con un pedido implícito de disculpas, y parecería estar cerca de ser reintegrada a la OEA. En palabras de mi amigo: “tiene a todo el mundo comiendo de la mano”.

En otro orden de cosas ha llevado adelante un conjunto de cambios, que han sido lentos, que ahora que los tenemos pueden parecer evidentes y naturales (como el hecho de poder comprar y vender casas libremente, o salir y entrar del país sin pedir permiso a nadie, por poner dos ejemplos), pero que hace un par de lustros no se vislumbraban.

Como último golpe ha liderado el relanzamiento de las relaciones con los Estados Unidos. La gran potencia que tenemos al lado. Es un tema polémico, ya sé; es una jugada que está por ver qué depara, pero nadie puede negar que ha sido un golpe de timón novedoso y sustancioso. Si el asunto se mantiene sin que el país ceda su soberanía ante la gran potencia y además deriva en mejoras económicas, bienvenido sea. Está por ver.

Todo esto lo ha hecho el actual presidente sin estridencias, sin ampulosidad, sin jactarse de grandes movidas. Parecería que le interesan más las acciones que las palabras, algo que se venía necesitando en la isla hace mucho. Sin menospreciar el poder vital de los discursos y de la conciencia en una sociedad, si esta se intenta sustentar sólo con esto (discursos, arengas) y voluntarismos románticos, todo parece indicar que fracasa.

Tiene razones mi amigo, seguramente podría darme más aún, probablemente me dijo algunas más que naufragaron aquella noche en los rones de mi memoria. Respeto su punto, no obstante lo de genio político me sigue costando aceptarlo. Digamos que todavía está por ver. Si finalmente hay una mejora económica clara para la mayoría de los cubanos, si luego del vendaval no se va a pique la mellada educación pública, la sofocada salud universal, los valores culturales aún latentes pero amenazados, etc., entonces hablamos.

(Hago una digresión final tal vez necesaria. Tanto al amigo de marras, como a mí, nos gustarían muchas cosas que el gobierno de Raúl no ha hecho. Por ejemplo, un empoderamiento profundo del pueblo, más participación popular en la toma de decisiones, menos secretismo de las cúpulas, menos verticalidad, más pluralidad en los medios de comunicación y un largo etcétera. No obstante la política no puede analizarse desde otra óptica que no sea la realidad existente y posible).
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5 comentarios:

  1. Doing what everyone knows should be done is not brilliant. It is, at least not being stubborn like his brother, and at most, being accommodating.

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  2. En muchos países del mundo (de América del norte, del sur, Europa, África, Asia y Oceanía) se sabe de muchísimas cosas que son imperiosamente necesarias de hacer, pero pasan los años, lustros y décadas y no se hacen. Que alguien llegue, se arremangue y desde la humildad y la discreción las haga, es siempre motivo de elogio... y de esperanza.

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    2. Things don't get done when they are not that important for those that have the power to do them. These changes he is implementing have vital importance for him and his circle. The changes are also a paved road in front of him. It is not like he has to figure out how to reenter Cuba in a yacht. Everyone has been telling them for ages. His role* is just letting them happen.

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    3. Bueno, al final parece justificarse el motivo de no reconocer cuando algo se hace bien. Las críticas "ad hominem" son una falacia en sí mismas. Criticar (o elogiar) algo por quien lo hace no parece justo. Ejemplo: Yo estoy por la retirada de un servicio militar obligatorio, pero como el gobierno que lo ha logrado no es de mi gusto, digo que lo ha hecho porque le interesa y le viene bien y le quito todo mérito. No creo que eso sea justo. Otro debate sería sobre las personas, pero de eso no se ha hablado. Se ha hablado de unos avances y esos avances son buenos o malos por sí mismos, y no por quién los haya puesto en marcha. Obviamente, si se habla y califica necesariamente a quien ha llevado a cabo esos logros o esos retrocesos.

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