Hoteles y más hoteles. Hace años que en La Habana no paran de construir hoteles. Según cifras publicadas, la ocupación hotelera actual está por debajo del 25%. Pero más grave aún, en sus mejores momentos de los últimos años llegó, como mucho, al 60%. En una economía tan deprimida, ¿por qué se siguen construyendo hoteles en lugar de redirigir las inversiones a sectores productivos? Según Bob Dylan la respuesta está flotando en el viento, pero la busqué por todo el Malecón y nada, no la pude encontrar.


Lo cierto es que esta arista de la realidad nacional tiene la capacidad oprobiosa de ser un recordatorio visual frecuente. Los nuevos hoteles relucen por doquier y parecerían estarnos transmitiendo un grito de la dirigencia que dice: “sí, estamos administrando éste país de forma bastante desastrosa, ¿y qué?”.


Al llegar a esa maravillosa intersección que ocurre entre el Paseo del Prado y Malecón se pueden ver, por ejemplo, imponentes y brillantes, dos de ellos. El “Iberostar Gran Packard”, si uno mira hacia el Capitolio; y bordeando San Lázaro y el propio Malecón, el “Royalton Habana Paseo del Prado”, con su peculiar arquitectura curva.

Quedó linda esa esquina. Quién sabe y el próximo año Cuba se repleta de turistas y las ganancias del estado redundan en beneficios para todos y todas. Digamos que se puede incluso soñar con ese futuro improbable. El problema es cuando sigues hacia el oeste por Malecón y ves, allá arriba, detrás del Habana Libre, un inmenso y horrendo socotroco de cemento.


En la esquina de K y 23 se está terminando de levantar lo que será el edificio más alto de Cuba. Por la calle le llaman la torre López-Calleja, en alusión al recientemente fallecido ex yerno de Raúl, quien dirigió durante muchos años GAESA, la empresa militar que está detrás de la gestión de casi todo el turismo en el país. Se dice que éste nuevo hotel está financiado todo con capital nacional. Es un edificio horripilante.


Yo no sé mucho de arquitectura pero rompe visualmente con todo lo que lo rodea y afea el paisaje urbano por dónde quiera que se le mire. En particular me sorprendió cómo se interpone en las preciosas vistas que se tienen desde la colina, donde se alza La Universidad de La Habana. Verlo desde allí fue como que se metiera una basura en los entrañables recuerdos que atesoro de mi época de estudiante.


En la capital de Francia está la horrible torre Monpartnasse. Dicen que la vista más hermosa de París se tiene desde sus ventanas o su azotea, porque justamente no la ves a ella misma. Pensé  que si alguien me venía con el mismo cuento con respecto al socotroco del Vedado le iba a responder con una frase de “Cerro Cerra’o”, ese temazo que tiró el Insurrecto hace ya 14 años: “loco, el Cerro no es París”.


De la serie “Cuba 2024 - Pinceladas de brocha gorda”


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5 comentarios:

  1. Me gustó, está objetivo y con humor.

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  2. Genial. No le sobra ni una coma. Objetivo y muy bien narrado.

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  3. Es un quiebre en tu estilo narrativo, y trae a colación otras aristas de Cuba, novedosas por cierto. Me hace pensar varias cosas, por un lado que sobre gusto "constructivos" no hay nada escrito. Pero lo de fondo es lo que planteas, porqué no se decide arreglar las calles, las antiguas viviendas, las fachadas de tantos bellos edificios, sobre todo en la Habana centro que es un horror. Muestra una cara fea. No así en Habana Vieja, en el Vedado incluso. Qué será?

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  4. Hacen lo que quieren y la torre López Calleja es una forma de tirárnoslo en la cara

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  5. Lo que tu no sabes es que dicen que iban a ser 2 torres!!! una onda torres gemelas del vedado! Dicen que ese era el proyecto inicial, con planos y dibujos y todo.

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