Hace unos años pensé que Cuba estaba en una pendiente decadente bastante pronunciada. Que el deterioro que se apreciaba en temas claves como la salud y la educación iría creciendo y empeorando cada día. Y no sólo en esos dos rubros medulares, también imaginé una debacle en otras áreas sensibles como el transporte público, la seguridad ciudadana, el acceso de la mayoría a la canasta básica. No ha sido así.

Si bien ninguna de las cosas mencionadas está en el estado que uno desearía, ni tampoco ninguna se mantiene como en sus mejores tiempos, podría pensarse que hay una especie de meseta en todas ellas. Y que con marchas y contramarchas en todos esos rubros ha habido mejoras y deterioros.

No es para dar saltos de alegría y júbilo. Hay muchas carencias que el pueblo cubano vive día a día. Se viven montones de injusticias que no deberían ser. Sin ir más lejos, el chiste del cirujano cardiovascular, que cuando se emborracha tiene delirios de grandeza y se imagina que es maletero del Habana Libre, sigue vigente.

No obstante, en un mundo convulsionado, girando a la derecha, cada vez más en función de los pocos que tienen la sartén por el mango, una esperanza puede sobrevivir. Sin haber dejado de tener el precipicio a mano, aún se puede soñar que en esa islita peculiar donde nací, es tal vez posible inventar algo diferente y mejor. Mejor, digo, que lo que tuvimos, pero también mejor que el capitalismo (desastroso per se) que rige a la mayoría de los países. Particularmente en los países del tercer mundo.

En un texto que escribí hace cuatro años mencionaba un conjunto de aspectos de la realidad cubana que estaban muy buenos. Realidades que, a mi modo de ver, deberían mantenerse en cualquier camino de cambio. De momento, al igual que el dinosaurio de Monterroso, aún están ahí.

La esperanza de que se pueda construir algo mejor, sin romper todo lo que existe, tal vez se expresó en el último capítulo de nuestras anodinas e ineficaces elecciones, que tuvo lugar hace pocos días. En un artículo que levantó polémica en mi página de facebook, la periodista Milena Recio, afirma que "...de nuevo el pueblo de Cuba extiende un cheque en blanco. Y nuevamente el argumento de que esa multitud se conduce por miedo o por los mecanismos de la vigilancia y el control, vuelve a ser muy impreciso.

Yo pienso parecido. Si bien la cubana es una elección donde el pueblo no elige directamente a la máxima cúpula, sí podría mostrar una rebelión general votando de manera masiva en blanco, anulando su voto o no participando. Contrario a esto, la inmensa mayoría participó y votó como el gobierno solicita, o sea, votando por todos los candidatos.


Entender ese resultado como una mínima validación del gobierno es discutible, pero no descabellado. Y remarco lo de validación mínima, o sea, no creo que se trate de una demostración de aprobación y apoyo emocionado, pero sí es, quizás, una expresión de que la mayoría no quiere que se rompa lo que hay sin tener claro qué vendría. Refinando más el razonamiento y ajustándolo a mi opinión, que la mayoría no quiere que se pierda ese conjunto de cosas que antes mencionaba.

El futuro no es auspicioso. Ni en Cuba, ni en casi ningún lugar del planeta. Próximamente Cuba tendrá un nuevo presidente. Por primera vez en 60 años uno que no tiene apellido Castro, ni bajó de la Sierra Maestra. Por lo que se ha podido apreciar no viene con ideas muy novedosas. Pero si me equivoqué con la pendiente de la curva descendente, quizás otra vez me equivoco. Ojalá sea de nuevo para bien.

Tema: Me Voy






“Ah, porque tú sí y yo no, dime por qué no podemos mirar los dos. Si tú las miras, yo los miro, si tú vacilas, yo vacilo”. Eso, entre otras cosas, nos dijeron la Reyna y la Real desde el escenario.

Noche hermosa, Fábrica de Arte en su punto, el escenario principal se calienta enseguida con el flow de las dos raperas. Crudas, directas, frescas, sin perder la ternura. Cantan, rapean, bailan y sobre todo dialogan entre sí y con el público. A esas dos mujeres potentes las acompaña una banda que las respalda con una sonoridad original y cuidada.

Está buena la puesta en escena, el swing de la banda, pero sobre todo me cautivó el discurso de sus temas. Con un lenguaje llano y sencillo, mas no simple, abordan de frente y sin complejos temas calientes e impostergables como las luchas feministas o  la necesidad de reflexionar y acorralar el racismo que padece la sociedad cubana.

La FAC sigue hermosa. Hace un tiempo hablaba de ella en otro post, pero no deja de impresionarme su vitalidad. Un viernes de noche hay tremenda cola. (Por suerte una amiga tenía guara en la puerta y logramos evitarnos la horita de fila). Es una alegría que haya un lugar así en La Habana. La entrada (50 pesos cubanos, equivalente a 2 USD) es accesible para muchísimos cubanos, y no sólo para los más acomodados. Adentro, en una noche, por ese precio, se pueden ver varios conciertos, exposiciones de fotos, proyecciones de videos en pantallas gigantes y un largo etcétera.

La Habana tiene una noche cada vez más atractiva y rica culturalmente. Para todos los gustos y también para todos los bolsillos. Si bien para disfrutarla a pleno es necesario tener una cantidad de dinero que no maneja la mayoría de los cubanos residentes en la isla (aunque sí muchos de ellos), la oferta accesible es también amplia, variada y de alto nivel. Eso no ha cambiado, y no puede dejar de emocionar. Es quizás el lugar del mundo donde más intensa es esa combinación: arte de calidad a precios realmente accesibles para todos.

La escena musical cubana está, además, en un nivel de efervescencia impresionante. Grupos como Toques del Río, o las raperas que mencioné recién lo confirman de manera inobjetable. Pero eso es  solo un botón de muestra de la amplia gama que florece cada año. Sumados a los muchísimos ya consagrados que siguen dando batalla, y de qué manera.

Para termina, le digo algo, si usted está en la Habana y en la FAC tocan la Reyna y la Real, no lo dude y vaya bajando pa´ allá. Y que se queme el arroz.

Tema: Que se queme el arroz 



La realidad insular de Cuba hace que probablemente todo el mundo tenga su costica. Esa orilla del mar donde alguna vez soñó, amó, lloró, sufrió, pensó, creció. No hablo de una de nuestras hermosas playas de arena fina. Me refiero a esas de diente de perro que están en muchas costas del país, y que ayudan a pensar la vida. Sin la nobleza engañosa de la arena, en ellas están sólo las rocas filosas bajo tus pies y esa transparencia inquisidora del mar caribeño.

La costica que a mí me “corresponde” está en la calle 110 de Municipio Playa, al oeste de la capital. Hacia allí nos escapábamos desde mi secundaria cuando queríamos evadir una clase muy aburrida. En ella vi, consternado, hace 24 años, como familias enteras partían mar adentro en endebles embarcaciones, cuando la crisis de los balseros.

Siempre que voy a Cuba, como un hijo agradecido y obediente, voy a saludarla. Me impresionó encontrarla repleta de brujería. Ofrendas, frutas, animales muertos. En el rato que estuve ahí fuimos testigos de varios ritos de santería. Por ejemplo un hombre que tiró en la orilla un carnero y luego una gallina grande. Ambos animales muertos, claro. O una familia que se despojaba con un gajo, primero ella, luego la niña, por último el papá.

Está bueno que haya ashé pa’ los tuyos y pa’ los míos. No está tan bueno, que se consiga ensuciando las costas y playas. No quiero irrespetar ningún rito ni creencia, pero tal vez los orishas puedan entender ciertos cambios. Y si los Orishas entienden, tal vez otros seres más terrenales, también se entusiasmen con ideas novedosas y de cambio. Falta nos hace, tanto ashé, como ideas nuevas.

Tema: Dios Mío 




Son quince músicos en escena. La banda suena potente. Los metales son cuatro, están al final, pegados a la pared. El saxofonista tiene un pelo afro llamativo, lo estoy mirando cuando sucede el siguiente diálogo. No necesito escuchar para saber lo que se dicen, los gestos son elocuentes. El trompeta le pregunta, “¿cuándo entramos?”. Saxo: “bueno, creo que con el tres”, dice y muestra su mano sólo con tres dedos visibles. Cinco segundos después Alain, sin dejar de cantar, eleva la mano derecha con tres dedos extendidos. Saxo mira a trompeta con gesto afirmativo: “viste que estaba en talla”, le dice, se pasa la lengua por los labios, se pega la boquilla y arrancan los metales como una aplanadora.

 Escenas cómo esa durante todo el concierto. A Alain Pérez le corre la música por las venas. Es su fluido vital. Está cantando y va controlando todos los instrumentos, todas las sonoridades, se vira, da instrucciones, manda a parar los coros, los vuelve a reiniciar. A medida que van pasando las canciones le va subiendo una electricidad por los pies que lo va transformando. Por el tercer tema ya la música es él.

Si estás en el público por supuesto que te coge la corriente. Me lo confirmó mi cuñado que fue conmigo. Él es rockero (de los viejos, de los duros, de los que estaban una semana sin lavarse el pelo en agosto, no estos de ahora que se sacan las cejas), llegó con su pulóver de Motorhead y apenas se movió en todo el concierto, pero luego me confesó que tuvo que usar todos sus poderes para soportar el voltaje musical.

Ya cuando la banda toca el tema con el que suele cerrar los conciertos y el coro canta: “hilo, hilo, pa´ que tu abuela que sabe, te coja el dobladillo...”, imagino que se va la luz en varias manzanas aledañas, y que el señor de 90 años que vive en el apartamento de arriba y hace varios años no camina, lanza el pato que tiene en las manos, patea la silla de ruedas y sale a bailar al balcón. Alain Pérez, señores, no puedo decir más. Vayan a verlo en vivo.

Tema: Shorcito




Me da terror que los censores de turno lean mi post anterior y se les ocurra que la solución es cerrar “El Bar Pazillo”. Esos censores, que en algún momento parecía que iban a difuminarse, siguen ahí, vitales, surfeando el paso de los años.

Sin ir más lejos, hace pocos días censuraron en la TV cubana Música Vital. Una canción sencilla pero de sentido amor a Cuba, que se acompaña de un video clip con hermosas imágenes de nuestra isla. ¿La razón? Parece que se debe a la participación de dos reguetoneros que no caen bien allá arriba. Horrible.

También en estos días me enteré de que ya no se puede ver desde Cuba la revista digital “El Estornudo”. No me gusta la visión ácida de Cuba que tienen muchas notas de ese medio, pero menos me gusta que haya unos tipitos diciendo qué es lo que se debe leer y lo que no.

La censura es una muestra hermosa de torpeza. Una práctica, en general ineficiente, que al gobierno cubano le gusta bastante. Me hace pensar en ese dicho popular criollo que se burla del tipo que coge a su mujer con otro hombre, en el sofá de la casa, y para solucionar el tema lanza el sofá por el balcón.

En eso pensé cuando, antes de emprender viaje, me sorprendió un detalle del aeropuerto. Donde antes había un vidrio grande por el cual podías ver por última vez a los viajeros que partían. Ahora hay un cartel inmenso que dice: “Área Restringida. No se permite estancia de personas”. Debajo, el vidrio transparente de antaño tiene adhesivos que dificultan la visión. Me pregunté si a alguien se le habrá ocurrido que, dificultando esa última imagen, disminuiría el afán de muchos cubanos por vivir fuera.

No creo que mi blog tenga censor designado, pero si por casualidad tuviera el honor, para quedarme tranquilo quisiera decirle. Señor censor: si pasara por mi esquina, por favor no se confunda, la solución no es clausurar ningún bar. El camino está en tener una mejor distribución de la riqueza, o sea, en elevar la producción, en ser más eficientes, en mejorar la recaudación de impuestos y la asignación de recursos; y que el médico, o el estibador del puerto, puedan ir también a tomar una cerveza en el bar de la esquina.


A los censores, y a cualquiera que esté alterado, yo le recomiendo que se tome un trago de Tilo… “pa´ que se sosiegue”.



El Pazillo es uno de los bares nuevos que hay en La Habana. No te mata de amor, pero está lindo y cuidado en detalles. Su sede es una hermosa casa del Vedado. Remozada con todos los hierros. Calle 5ta entre 4 y 6. Casi todas las noches se presenta algún músico en su pequeño escenario.
 
Algunas de las edificaciones vecinas están bastante destartaladas. Me detuve frente a una que lucía deteriorada y donde se ve que viven varias familias. No pude evitar imaginar, con tristeza, lo que debe sentir cada noche alguien que viva ahí y que ha trabajado honestamente toda su vida. Dejando la piel por un futuro que imaginó diferente, que le prometieron distinto. Mejor.

Tengo la sensación de que Cuba es hoy un país más desigual que hace algunos años. Que la brecha entre pobres y ricos ha crecido sin detenerse. No es un crecimiento vertiginoso. Lo intuyo lento, sosegado, pero sin pausa. Tampoco percibo que haya aumentado la pobreza. Entiendo que ha aumentado la riqueza, pero no su distribución. O sea, que un presunto médico que vive en la calle 5ta del Vedado es tan pobre como hace cinco años, la diferencia es que ahora le restriegan en sus narices que hay gente que puede ir a escuchar música en vivo, tomando varias cervezas y gastando en una noche todo el salario que percibe ese médico en un mes

Pero más aún. Con la apertura del mercado inmobiliario se va produciendo, de a poco, una estratificación más acelerada de las ciudades. O sea, la gente que tiene más plata se va mudando a ciertos barrios, generando inevitablemente clases sociales más marcadas. Si bien en Cuba siempre ha habido diferencias de ingresos y situaciones socioeconómicas, estas eran pequeñas, comparadas con las de otros países. Y familias con distinto poder adquisitivo estaban (están), a su vez, mezcladas en cada barrio y escuela. Esta distribución demográfica creo que genera una sociedad más inclusiva y armónica. Esto es aun así en gran medida, pero parecería que se va desmoronando lentamente.

Sí, en Latinoamérica las desigualdades son mucho mayores. En la mayoría de los países del mundo la cosa es mucho peor en ese sentido. No me olvido de nada de eso. Al contrario,  ante muchos de los dilemas cubanos me suena en la cabeza la canción de X Alfonso: “el problema es internacional… esta es mi ciudad”. Pero se trata de no conformarse. De querer un mundo más justo en todos lados. Y de comparar con lo que supimos ser, sin olvidar, en cualquier caso, que los tiempos cambian irremediablemente. Aquí, allá y en cualquier latitud.

Tema: Habana




En los últimos años se me hizo costumbre escribir algunas crónicas al volver de Cuba. Mala costumbre, porque ahora algunos amigos las esperan. Las rutinas no son buenas. Suelen aburrir. Es difícil decir cosas nuevas. Es complicado contar la isla. Es intrincado entender qué pasa allí realmente. Máxime si vas pocos días.

Pero es feo decepcionar a un amigo que espera algo de ti. Contaré entonces algunas sensaciones que tuve. Las certezas son gatunas: se escabullen con elegancia. Las sensaciones no, siempre están bien plantadas. Se pueden contrastar, se pueden incluso re elaborar, pero no se pueden borrar.

Mi subjetividad es mía pero la puedo prestar un rato. Si a usted no le gusta la podemos debatir. Si le desagrada y no desea ni siquiera ponerla en discusión, devuélvala y estamos a mano. Gracias.

PD. Esta vez va todo con canciones. Que la música nos salve. En cada post voy a recomendar un tema, porque Tampoco así (tema recomendado).



Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!