Hay una frase que se hizo popular en Cuba en los últimos años que reza: “la cultura no tiene momento fijo”. La he analizado varias veces y no logro comprenderla cabalmente. O sea, como dijera, en la obra “La comisión”, el gran Daniel Rabinovich1: “yo no lo entiendo”. No obstante la frase tiene algún misterioso magnetismo que me ha hecho pensar en ella más de una vez.

Tal vez me venía a la mente al ver que La Habana está culturalmente más activa que nunca. La Duodécima Bienal de La Habana, recientemente finalizada con mucho éxito, fue un ejemplo elocuente. Un evento donde el arte se entremezcla de manera virtuosa con la urbe y su gente. Se da allí un fenómeno que siempre debería ser codiciado por el arte: que sea realmente popular sin perder por ello nivel artístico.

En la escena musical es quizás más latente aún. La ciudad está encendida. La música la toma por asalto cada noche. Tanto es así que ha continuado el flujo de músicos que habían emigrado y vuelven a instalarse en la isla. Les va mejor allí. Los lugares con música en vivo han aumentado y por lo general están llenos. Ganan bien por la noche y por la mañana se nutren del aroma musical del mar que los vio nacer. Dicen que inspira como pocos.

Uno de los más encumbrados entre los que se ha sumado al regreso es Isaac Delgado. Su reencuentro con el público cubano ha sido un lindo romance y una oda a lo poderoso de las raíces y la idiosincrasia.

Para los que vuelven, y también para lo que nunca se fueron, está ahora la atractiva posibilidad de ir a tocar a USA de vez en cuando. Corren nuevos vientos, a los artistas les dan visas y facilidades para viajar. Muchos músicos y grupos lo vienen haciendo en los últimos años sin dejar de tener su residencia principal en la isla. Viajan por un fin de semana al país vecino, hacen un par de conciertos y regresan. Está bueno.

En medio de éste fulgor, o más bien como parte esencial de él, no puedo demorarme en mencionar a la Fábrica de Arte Cubano (FAC). El talentoso X Alfonso dejó de lado su carrera musical por un tiempo y ha creado, junto a sus colaboradores, éste espacio espectacular. Llegué allí con el peligro de tener altas expectativas e igual quedé impresionado. Es un lugar hermoso, cuidado en cada detalle, en cada rincón, lleno de magia. Un centro donde las salas para conciertos conviven armoniosamente con exposiciones de fotos, de plástica, de arte contemporáneo. Con varias barras de bebidas, espacios al aire libre, salones inmensos, salitas pequeñas y acogedoras, da gusto recorrer un complejo hábilmente diseñado y refaccionado, en lo que era una antigua fábrica, abandonada durante muchos años. El precio de la entrada (50 CUP) es accesible para un sector muy amplio de la población.

Otro espacio totalmente nuevo, y mucho menos conocido, me gustó más aun, si es que cabe. Me refiero al Museo Orgánico del Romerillo (MOR). Un lugar ideado, producido y dirigido por el artista plástico Alexis Leyva. Si ese nombre no le dijo nada, tal vez Kcho sí le suene. Kcho es un personaje polémico y pintoresco. Negro, grandote, gritón, de voz ronca y dicción dificultosa, amigo de Fidel (tanto que el anciano ex presidente, que apenas sale de su morada, dijo presente en la inauguración del MOR), reconocido internacionalmente por su obra plástica, seguidor extravagante del equipo de pelota de la Isla de la Juventud, si te cruzas con él en algún lugar no pasará inadvertido.
 
El lugar nos lo explicó el propio Kcho en persona. Ya habíamos dado una primera recorrida cuando lo vimos que iba saliendo a bordo de su tremenda camioneta. Le comentamos que estaba muy lindo el proyecto y eso fue suficiente para que decidiera bajarse. Dejó el motor encendido y fue a explicarnos mejor el asunto. Nos dirigió hacia un mapa de colores y nos fue contando la historia mientras señalaba distintos puntos del mapita. Con su voz gruesa nos relató que durante diez meses se enfocó por completo en sacar adelante el proyecto. Dejó a un lado su obra creativa, canceló todos sus compromisos internacionales y en ese tiempo levantó el grueso de las instalaciones del centro. Varias salas expositivas, hermosas, arregladas, climatizadas. Otros espacios para la creación, talleres que podías recorrer y ver a los artistas trabajando, entre otros. Teníamos que escucharlo con mucha atención pues su pronunciación así lo requiere. Nos contó que el predio estuvo abandonado durante años y que se sentía feliz del lugar elegido. El Romerillo es un barrio donde la mayoría de las familias es de bajos recursos. Un barrio compuesto por casas muy humildes, algunas de ellas en muy malas condiciones. “Éste es mi barrio en La Habana. Yo pasaba todos los días por esta esquina cuando estaba en la Escuela de Arte”, nos dijo mostrando su sentido de pertenencia con el lugar.

Lo que más me gustó de lo que nos contó Kcho con orgullo, y que después comprobamos, es que es un proyecto mucho más abarcador que el centro en sí. Interviene en todo el barrio y hace partícipes a los vecinos. Han arreglado varias calles y plazas en los alrededores. En las cuadras adyacentes hay varias obras de arte que interpelan al barrio de diversas maneras. En particular han remodelado una bodega de modo que los vecinos compran el pan, y los pocos productos aún racionados por la libreta de abastecimiento, en medio de cuadros y obras de distintos artistas. Una emotiva carta (foto abajo) de una señora de otro barrio da cuenta de la incidencia del MOR en su entorno.

Me emociona ver proyectos comunitarios en la isla. Sobre todo si son independientes, si involucran a los vecinos de forma genuina y sin estar bajo el ala controladora del estado2. Es algo que hace años extraño y que creo es vital para tener una sociedad dinámica y creativa. Aunque el proyecto de Kcho pueda tener el visto bueno del poder, por ser quién es, no deja de cumplir esas cualidades que menciono. Y además no es el único que ha surgido en los últimos tiempos.



Volviendo a la FAC, entre los varios conciertos que fui a ver, estuve en uno muy bueno donde tocaban Carlos Miyares en el saxo, Chicoy en la guitarra, Oliver Valdés en la batería y Raúl Tobías en el bajo. Si cuatro mostros se juntan por lo general suena muy bien. Cuando terminó me encontré a los músicos en uno de los patios y estuvimos charlando un ratico. Le conté a Miyares que lo había visto un tiempo atrás en el Gran Rex cuando vino con Chucho Valdés y The Afro Cuban Messengers. Me dijo que le había gustado mucho Argentina y le contaba fascinado a Chicoy que en la ciudad de Córdoba habían ido a un restaurante a las tres de la mañana, que estaba lleno y el mozo los atendía como si fueran las ocho de la noche. Le brillaban los ojos. Pienso ahora que Miyares era partidario de que la comida tampoco tuviera momento fijo.


1 Daniel Rabinovich: fundador de Les Luthiers, genio inigualable de la escena teatral y humorística. Falleció el pasado 21 de Agosto dejando un hueco profundo en la cultura mundial.

2 En tierras donde el neoliberalismo arrasó, como en la mayoría de los países latinoamericanos en la década del 90, hablar en contra del estado no me gusta. Soy defensor de un estado con fuerte presencia en la sociedad. Venir de Cuba, donde el estado nos ha ahogado en muchos sentidos con su omnipresencia, no me ha hecho perder la perspectiva de su importancia como ente regulador de la justicia e igualador de oportunidades. Pero todo en exceso es malo, incluso el estado.






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