En los últimos años se me hizo costumbre escribir
algunas crónicas al volver de Cuba. Mala costumbre, porque ahora algunos amigos
las esperan. Las rutinas no son buenas. Suelen aburrir. Es difícil decir cosas
nuevas. Es complicado contar la isla. Es intrincado entender qué pasa allí
realmente. Máxime si vas pocos días.
Pero es feo decepcionar a un amigo que espera algo
de ti. Contaré entonces algunas sensaciones que tuve. Las certezas son gatunas:
se escabullen con elegancia. Las sensaciones no, siempre están bien plantadas.
Se pueden contrastar, se pueden incluso re elaborar, pero no se pueden borrar.
Mi subjetividad es mía pero la puedo prestar un
rato. Si a usted no le gusta la podemos debatir. Si le desagrada y no desea ni
siquiera ponerla en discusión, devuélvala y estamos a mano. Gracias.
PD. Esta vez va todo con canciones. Que la música
nos salve. En cada post voy a recomendar un tema, porque Tampoco así (tema
recomendado).
Bueno Dani, el problema que tienes es mayor del que crees, porque hay amigos que no solo esperamos el escrito, (que sí, y mucho) sino también l música. No conocía a este Norisley Valladares y lo cierto es que este Noro haría mover las caderas a la mismísima Cibeles. ¡Gracias!
ResponderBorrarMe sumo a la fila de los que siguen tus sensaciones. Puedo aportar las mías, que se renuevan cada año, cuando regreso a la casa que conservo y desde la que veo amanecer, llorar, gemir y cantar a La Habana Nuestra. Necesito llenarme de imágenes -enfáticas, gloriosas y atenazantes-, dejarme arrollar por los sonidos del cubaneo y el olor a salitre que no te abandona. Miro el horizonte del regreso cada día acompañada de todos mis fantasmas vitales, abonando certezas y esperanzas. Porque después de 22 años en Madrid, sigo sintiéndome de paso
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