Una pincelada para mi querida Bekytis, que allá en la
Rambla de Prim no le venden bocaditos de helado.
El bocadito de helado se ha vuelto un enemigo de
la siesta. Un dulce luchador contra el silencio y el canto de los pájaros. Al
menos en la capital de todos los cubanos, parecería no haber rincón a dónde no
llegue en algún momento del día su pregón grabado.
Se ve que algún vendedor sofisticado, cansado de
gastar garganta en los gritos de la oferta, decidió grabar con voz monocorde, y
exento de vericuetos retóricos, el mensaje de venta: “el bocadito de
heladooooooooo”. Después, de alguna manera ignota, hubo una especie de
organización veloz que hizo que a todos los vendedores de ese dulce les llegara
un equipo capaz de reproducir el pregón
grabado y la grabación en sí. Es común, entonces, en casi cualquier hogar de La
Habana, que en algún momento del día, entre por la ventana esa grabación
repetitiva.
Me contó un amigo que le había pasado algo
terrible. Un día su casa quedó en el vértice terrorífico de varias zonas de venta.
De esta forma, le llegaba el anuncio una y otra vez. Ya fuera por la geometría
del barrio en cuestión, o por la manera en que estos hacían el recorrido, cada
vez que se alejaba un heladero, y parecía volver la paz, aparecía uno nuevo,
dándole la sensación de estar metido en el loop
demoniaco del bocadito de helado. Qué miedo.
Me preocupa que también se le ocurra la idea a los
que venden malanga, plátano burro, aromatizante, escobas y cuánta cosa es
vendida por las calles habaneras. Creo que será inevitable. Mi propuesta de
solución es poética. Que se ponga una regla que obligue a todo vendedor a
adjuntar, en su mensaje grabado, unos versos de algún poeta nacional. Entonces uno
escucharía: “la malanga, el platanito maduro, la yuca… Si me quieres, quiéreme
entera, no por zonas de luz o sombra. Si me quieres, quiéreme negra y blanca, y
gris, verde, y rubia, y morena… Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda…
O no me quieras!”.
Pensándolo bien, mejor no. Dejemos esta idea. A
ver si todavía va y le pega la inflación a los poemas y los vuelve cursilones, o
caros e inaccesibles. A ver si el enojo popular la emprende con la poesía. Ya
bastantes problemas tenemos para quedarnos sin versos donde refugiarnos.
De
la serie “Cuba 2024 - Pinceladas de brocha gorda”
Me encanto!!!!!
ResponderBorrarBuenísimo! Igual dan ganas de escuchar una vez esa grabación. Pero sólo UNA vez.
ResponderBorrarhttps://www.instagram.com/reel/C38Vd3qJJ7A/?igsh=ZGV5dXFjYnp2czVm
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