El Pazillo es uno de los bares nuevos que hay en La Habana. No te mata de amor, pero está lindo y cuidado en detalles. Su sede es una hermosa casa del Vedado. Remozada con todos los hierros. Calle 5ta entre 4 y 6. Casi todas las noches se presenta algún músico en su pequeño escenario.
 
Algunas de las edificaciones vecinas están bastante destartaladas. Me detuve frente a una que lucía deteriorada y donde se ve que viven varias familias. No pude evitar imaginar, con tristeza, lo que debe sentir cada noche alguien que viva ahí y que ha trabajado honestamente toda su vida. Dejando la piel por un futuro que imaginó diferente, que le prometieron distinto. Mejor.

Tengo la sensación de que Cuba es hoy un país más desigual que hace algunos años. Que la brecha entre pobres y ricos ha crecido sin detenerse. No es un crecimiento vertiginoso. Lo intuyo lento, sosegado, pero sin pausa. Tampoco percibo que haya aumentado la pobreza. Entiendo que ha aumentado la riqueza, pero no su distribución. O sea, que un presunto médico que vive en la calle 5ta del Vedado es tan pobre como hace cinco años, la diferencia es que ahora le restriegan en sus narices que hay gente que puede ir a escuchar música en vivo, tomando varias cervezas y gastando en una noche todo el salario que percibe ese médico en un mes

Pero más aún. Con la apertura del mercado inmobiliario se va produciendo, de a poco, una estratificación más acelerada de las ciudades. O sea, la gente que tiene más plata se va mudando a ciertos barrios, generando inevitablemente clases sociales más marcadas. Si bien en Cuba siempre ha habido diferencias de ingresos y situaciones socioeconómicas, estas eran pequeñas, comparadas con las de otros países. Y familias con distinto poder adquisitivo estaban (están), a su vez, mezcladas en cada barrio y escuela. Esta distribución demográfica creo que genera una sociedad más inclusiva y armónica. Esto es aun así en gran medida, pero parecería que se va desmoronando lentamente.

Sí, en Latinoamérica las desigualdades son mucho mayores. En la mayoría de los países del mundo la cosa es mucho peor en ese sentido. No me olvido de nada de eso. Al contrario,  ante muchos de los dilemas cubanos me suena en la cabeza la canción de X Alfonso: “el problema es internacional… esta es mi ciudad”. Pero se trata de no conformarse. De querer un mundo más justo en todos lados. Y de comparar con lo que supimos ser, sin olvidar, en cualquier caso, que los tiempos cambian irremediablemente. Aquí, allá y en cualquier latitud.

Tema: Habana

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5 comentarios:

  1. De acuerdo, aunque me recuerda un poco el refrán de "palos porque bogas y palos porque no bogas". Cada día parece más difícil alcanzar desarrollo y riqueza con igualdad sobre todo para estos países en vías de... no, en subdesarrollo total.

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  2. Los palos son si no bogas. Ahora, no porque bogues voy a dejar de chequear qué rumbo llevas. O sea, boguemos para un buen puerto. Difícil sí, pero no imposible, de esos nos quieren convencer los ricos: así está bien el mundo, lo otro es muy difícil.

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  3. El poder adquisitivo a ido aumentando en cuanto a inflación (no oficial) de la economía y gentrificación de áreas como la Habana Vieja. Es difícil hoy almorzar a un precio asequible en el centro del casco histórico.

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  4. Bueno, bueno, no exageremos. Playa y Nuevo Vedado siempre han sido homogéneamente de gente con poder y/o posición; Luyanó, de pobretones.

    La igualdad en Cuba antes de los últimos 10 años era artificial ya que el sistema manipula (ba) esa realidad, ahora la realidad da sus frutos y ocurre lo natural. Lo otro es ingeniería social.

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  5. En lo que se refiere al escrito, se puede decir más grande pero no más claro, y si duda las referencias internacionales, dan marchamo de credibilidad. En lo referente al tema, de mis 4 viajes a Cuba, hay momento muy muy especiales. Y si duda uno de ellos es cuando me llevaste con tus amigos y amigas al concierto de X Alfonso en la Cujae. Imposible olvidar lo que allí se oyó, y aquella versión tan cubana de Simpathy for the devil de los Stones... qué maravilla. Este Habana, en la línea: una pasada. ¡Gracias!

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