Foto: Kaloian Santos Cabrera

“…y al llegar, a la Plaza de Mayo me dio, por llorar,
y me puse a gritar ¿dónde estás?”
JS

En pocos días, Cristina dejará de ser la presidente de la República Argentina. Creo que la voy a extrañar al frente del gobierno, pero lo sabré realmente en unos meses. Debo decir que Cristina no es la presidente que más me gustaría. Digamos que si cierro los ojos y empiezo a imaginar al jefe de gobierno ideal no saldría ella, pero decía una amiga que "lo ideal es enemigo de lo posible". En general prefiero creer que la utopía es posible, pero en muchísimos casos la idea de mi amiga aplica. Creo que éste es uno de ellos. Mirando a los candidatos opositores de elecciones pasadas y sobre todo mirando a los que se perfilan a sucederla, crece su estatura.

A mi modo de ver, en sus ocho años de gobierno hizo muchas cosas que estuvieron buenas, algunas de ellas geniales y otras varias que no tanto. No voy a enumerar aquí los logros de su gestión, ni sus debes, dejo eso a cronistas más versados. Me quiero centrar en algo que impacta cuando se ve de cerca. Me refiero a la mística que genera Cristina en un sector amplio del pueblo argentino, en particular en muchos jóvenes.

A sus enemigos y opositores esta realidad los enerva como ninguna. Despotrican, se enrojecen de rabia, arguyen que ese fenómeno sucede por intereses, porque son gente sin cerebro, o cualquier barbaridad que ahora mismo se les pueda ocurrir. Pero eso lo vi yo de cerca en muchas oportunidades. Las lágrimas en los ojos de muchísimos jóvenes al escucharla hablar, la emoción indiscutible de miles y miles de personas en cada una de sus apariciones públicas. Eso no se puede fingir, ni hay interés material que lo genere. En Argentina no hay ningún otro líder que motive esa empatía, y no sé si lo habrá en algún otro lugar de Latinoamérica.

El fanatismo en temas políticos creo que no es nada bueno. La política no es más que la forma en la que organizamos la vida de todos en sociedad, con lo cual, lo que tiene sentido, para mí, es analizar cada propuesta de un gobierno a través de la razón. O sea, evaluar si me parece bien o no para la sociedad que quiero, y no qué colores lleva puesto el partido o la persona que determina cierto rumbo político. No obstante los humanos no podemos vivir con la cabeza desconectada de las emociones (por suerte). Y además, creo que es mucho mejor que exista emocionalidad que puede restar sensatez y calma a los análisis, a que haya apatía. O sea, prefiero a un joven militando, es decir, pensando en los demás, trabajando para el colectivo, aunque pueda criticarle cierto dogmatismo, a un tipo que le importan un bledo los demás, y vive pensando sólo en su vida, en su trabajo, en el auto que se va a comprar, o el viaje que va a hacer.


Foto: Kaloian Santos Cabrera

 Creo que al otro día de que Cristina salió electa en su segundo mandato, sus opositores empezaron a hablar en contra de una re reelección. Según la constitución argentina, una persona sólo puede estar dos mandatos consecutivos en el gobierno. Sin que Cristina mencionara la idea de cambiar esa norma, empezó todo un movimiento para impedirlo. Hubo marchas, arengas y distintas manifestaciones en contra de la re-re. Jamás Cristina planteó tal cosa. Por suerte.

Yo estoy a favor de que un presidente esté un número de mandatos limitados en el poder. Vengo de una mala experiencia. En Cuba un presidente estuvo 50 años, y me parece que llegó a estar bastante enajenado de lo que realmente sucedía en el país. (Por cierto, que parecería que el actual presidente de Cuba está de acuerdo conmigo al respecto. Planteó lo mismo para su mandato y los que siguen). Pero más que eso, creo que los proyectos deben ser de ideas y no de personas. Es una larga discusión, la dejo para otro momento. Lo cierto es que me da gracia que la oposición tuviera tanto temor de que Cristina se presentara de nuevo, veían claramente que en las urnas sacaría amplia ventaja como hizo en su elección pasada.

Muchos se ilusionan con la idea de que Cristina vuelva a postularse en 2019. Está por ver. Ella no ha dicho nada al respecto. Hace unos días se vio en la calles de Rosario una pintada que manifiesta con ternura el sentir de algunos sectores de la sociedad. El muro decía: “Abrázame hasta que vuelva Cristina”.


                                                                    
Para finalizar les dejo éste video donde se ve a la militancia cantándole una despedida. Me emociona cada vez que lo veo. A pesar de que hace años veo éste tipo de manifestaciones y de que las presencié en vivo varias veces, no dejó nunca de impresionarme que en todas y cada una de las apariciones públicas de la presidente hubiera miles de jóvenes cantándole con tanto entusiasmo. Ojalá haya jóvenes así por todos lados, personas pensando en los demás, en la sociedad como colectivo. Más allá de aciertos o errores, esto es ya un valor en sí mismo.


Hasta luego, Cris.        
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