El próximo 24 de febrero se plebiscita en Cuba una nueva constitución. Después de muchos meses de preparación y debate, los cubanos y cubanas residentes en la isla deberán responder a la pregunta de “¿Ratifica usted la nueva Constitución de la República?”.

A raíz de ese sufragio se ha desatado en las redes una batalla entre los hashtags #YoVotoSi y #YoVotoNo. Algo, por cierto, bastante normal desde hace años en cualquier debate más o menos intenso que se da en este mundo virtualizado. Pero quizás novedoso para Cuba, que como sabemos, va un poco lenta en su acercamiento a la red de redes. Lo cierto es que hasta el propio presidente, Díaz-Canel, ha hecho uso del hashtag desde su cuenta de twitter. En definitiva los hashtags son una manera moderna de plantar bandera por una posición, antes de explicar las razones por los cuáles se ha tomado esa postura.

Para muchas personas, y quizás también para el propio gobierno de Cuba, este sufragio se ha convertido en un  examen de su gestión, y siendo más extensos, si se está de acuerdo o no con el peculiar sistema político-económico que rige los destinos de los cubanos.

En buena lid la pregunta es lo que es, y cada uno podrá definir qué está queriendo decir con su voto. Pero creo que en buena medida termina tomando el cariz que menciono en el párrafo anterior. Es así, entre otras cosas, porque los cubanos no solemos tener mucho la oportunidad de decir sí o no a las medidas que se toman arriba. Tampoco tenemos la chance, por ejemplo, de votar directamente para decidir el presidente del país. Ni ninguna manera directa y efectiva de aprobar o desaprobar la gestión del gobierno.

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Mi respuesta, puesto en la disyuntiva de la pregunta, es #NoVotoNiPinga. Disculpen la grosería como mecanismo de alivio, pero hay cosas que duelen. Me duele no poder participar en la votación, me duele que las instancias de participación sean tan pobres. Entonces no voy a votar porque no estaré ese día y no se habilitó el voto a distancia de los emigrados, como sí lo tienen un montón de países.

Uno de los grandes problemas que tiene nuestro país hace años es la cantidad de personas que emigra cada año. En particular gente joven. La emigración es un fenómeno complejo y multi causal (no sólo en Cuba, sino en los muchos países que la sufren, en particular los países del llamado tercer mundo). Si bien creo que entre ese abanico de causas una importante es la económica, no se puede desdeñar la falta de participación real en la toma de decisiones, y en la construcción de un proyecto de país propio y no heredado, que sufrimos hace muchísimos años la mayoría de los cubanos.

Creo que la construcción de un futuro próspero para Cuba no puede dejar fuera, de ninguna manera, a los millones de cubanos y cubanas que viven en distintas latitudes. Creo también que el gobierno lo viene comprendiendo lentamente. Una muestra de ello, es que permitió la participación de cubanos en el exterior de los debates que se sostuvieron acerca del contenido de la nueva constitución. Hubiera sido mucho mejor si hubieran permitido también el voto desde el exterior, pero tan osados no son.

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No obstante, si pudiera votar, aún no sé qué haría. Tengo un conjunto de razones para votar por el Sí, y otro conjunto para votar por el No. Si tuviera la chance de participar, seguramente tomaría la decisión antes del día indicado. Creo que en política la abstención siempre es una mala estrategia. Hay que romperse la cabeza y decidir qué pesa más. Votar en blanco, o no ir a votar, es en definitiva dejar la decisión en manos de otros. Siempre es mejor participar, porque no hay dos opciones iguales, y si no te gusta ninguna, una de las existentes será menos mala.

He leído diversos análisis sobre el contenido de la nueva constitución1. Sin haber hecho un estudio con la profundidad necesaria, entiendo que hay cosas que están mejores y otras peores que en la anterior. También es cierto que definirá más nuestra realidad futura, lo que digan las leyes concretas que han de implementarse después, que lo que dice ese texto genérico, y muchas veces enigmático, que esa la ley de leyes. Pero como decía antes, creo que esta consulta popular va más allá de la aprobación del texto en sí.

La batalla comunicacional dentro de la isla, que es en definitiva donde ocurrirá la votación es como se dice en cubano, de león pa’ mono. O sea, muy desigual. El gobierno (el león en este caso) despliega hace meses, y como ha hecho en ocasiones similares, una campaña descomunal por el “Yo Voto Sí”. Cartelería por todos lados y propaganda incesante por la radio y la televisión. No estaría mal si no fuera porque es imposible que los ciudadanos puedan hacer una campaña por el “No” sin tener por ello represalias de algún tenor. Hace poco un amigo me adelantó que votaría “No” sólo porque le molesta que le metan por los ojos lo que debe votar.

Uno de los argumentos que esgrime el gobierno para decir que se vota por una constitución elaborada de manera democrática y con la participación de la mayoría de los cubanos es citar el largo proceso de análisis y debate popular que tuvo el texto inicialmente redactado. Es cierto que se debatió durante varios meses a lo largo del país. También que luego del debate se hicieron un conjunto no pequeño de modificaciones. El asunto es que desde las altas esferas se decidió qué se modificaba y cómo, sin informarle al soberano exactamente cómo fue ese proceso. O sea, dicho de forma breve, el gobierno escuchó al pueblo, pero después hizo lo que le dio la gana. Devaluando así, en forma significativa, el valor y trascendencia de ese debate popular.

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Mis razones para un eventual voto positivo parten de que entiendo que votar por el “sí” es refrendar un montón de cosas que existen en Cuba y me parecen valiosas. En un post de hace un tiempo hice una lista2 de ellas, que aunque no exhaustiva es representativa. Creo que aprobar la nueva constitución las garantiza en alguna medida. Votar por el “sí”, es además, alejarme de ciertos grupos que impulsan el “No” y quieren para Cuba lo contrario de lo que yo deseo. Personas y agrupaciones que quieren el capitalismo, el auge de la derecha individualista, el intervencionismo yanqui y las políticas neoliberales que han demostrado ser nefastas para las mayorías, en los países donde se aplican. Gente como el senador cubanoamericano Marcos Rubio que aboga no sólo por mantener el bloqueo criminal, sino por su recrudecimiento. Grupos, algunos de ellos, que quieren resolver las contradicciones que existen actualmente en la isla a través de la venganza y la violencia.

A su vez me siento tentado a votar por el “No” porque entiendo que es una manera de decirle al gobierno que no lo está haciendo todo bien. Que hay un montón de cosas que funcionan pésimamente. Que necesitamos de un modelo mucho más participativo, donde el pueblo tenga más poder y participación real en la toma de decisiones. No basta con que nos dejen hablar, también hace falta que nos dejen decidir asuntos concretos. Es una manera de decirle a la dirigencia actual que debe ser más autocrítica y realista, y dejar de golpearse el pecho como si viviera tomando buenas decisiones. Un buen resumen del último punto, es quizás lo que me decía un amigo ayer: que votaría “No”, sabiendo que ganaría“Sí”, para llamarle así la atención al gobierno de que debe rectificar muchas cosas.

Como decía antes, si pudiera votar, me sentaría a pensar y definir mi voto. Pero al no permitirme votar, me pasa como a Silvio en el Necio: me vienen a convidar a indefinirme. No me vienen a convidar los mismos, pero sí a tanta mierda.



1 Julio César Guanche en su blog publicó una extensa colección de textos que analizan en detalle los cambios y vericuetos de la nueva constitución.
También en OnCuba han aparecido interesantes artículos sobre el tema, como este de Ailynn Torres:  https://oncubanews.com/opinion/columnas/sin-filtro/el-ano-de-la-disputa-por-la-carta-magna/.


2 Lo que escribí en aquel texto fue lo siguiente:
Siempre lo valoré, pero después de dar unas vueltecitas por Latinoamérica no puedo dejar de emocionarme al saber que: absolutamente todos los niños en Cuba van a la escuela, y para más satisfacción, a una escuela pública; todas las personas tienen atención médica garantizada, que con todas las carencias que se conocen, existe y es accesible; se puede caminar por cualquier calle de Cuba y la probabilidad de que te asalten es muy baja (máxime comparando con cualquier país de la región); el consumo de drogas duras es bajísimo; el movimiento cultural es amplísimo, con altos estándares de calidad y realmente accesible para todos. Dejémoslo ahí, aunque podría seguir, y también agregar algunos ya muy personales como por ejemplo la alegría que me da saber que en toda Cuba no hay ni un McDonald de porquería, ni una oficina de Monsanto.”




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