Me da terror que los censores de turno lean mi post anterior y se les ocurra que la solución es cerrar “El Bar Pazillo”. Esos censores, que en algún momento parecía que iban a difuminarse, siguen ahí, vitales, surfeando el paso de los años.

Sin ir más lejos, hace pocos días censuraron en la TV cubana Música Vital. Una canción sencilla pero de sentido amor a Cuba, que se acompaña de un video clip con hermosas imágenes de nuestra isla. ¿La razón? Parece que se debe a la participación de dos reguetoneros que no caen bien allá arriba. Horrible.

También en estos días me enteré de que ya no se puede ver desde Cuba la revista digital “El Estornudo”. No me gusta la visión ácida de Cuba que tienen muchas notas de ese medio, pero menos me gusta que haya unos tipitos diciendo qué es lo que se debe leer y lo que no.

La censura es una muestra hermosa de torpeza. Una práctica, en general ineficiente, que al gobierno cubano le gusta bastante. Me hace pensar en ese dicho popular criollo que se burla del tipo que coge a su mujer con otro hombre, en el sofá de la casa, y para solucionar el tema lanza el sofá por el balcón.

En eso pensé cuando, antes de emprender viaje, me sorprendió un detalle del aeropuerto. Donde antes había un vidrio grande por el cual podías ver por última vez a los viajeros que partían. Ahora hay un cartel inmenso que dice: “Área Restringida. No se permite estancia de personas”. Debajo, el vidrio transparente de antaño tiene adhesivos que dificultan la visión. Me pregunté si a alguien se le habrá ocurrido que, dificultando esa última imagen, disminuiría el afán de muchos cubanos por vivir fuera.

No creo que mi blog tenga censor designado, pero si por casualidad tuviera el honor, para quedarme tranquilo quisiera decirle. Señor censor: si pasara por mi esquina, por favor no se confunda, la solución no es clausurar ningún bar. El camino está en tener una mejor distribución de la riqueza, o sea, en elevar la producción, en ser más eficientes, en mejorar la recaudación de impuestos y la asignación de recursos; y que el médico, o el estibador del puerto, puedan ir también a tomar una cerveza en el bar de la esquina.


A los censores, y a cualquiera que esté alterado, yo le recomiendo que se tome un trago de Tilo… “pa´ que se sosiegue”.

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1 comentario:

  1. Los reguetoneros en general, no son plato de mi devoción, pero no por esos motivos, y tampoco como para censurarlos. El problema de los censores es que pese a su mediocridad de miras, algunos pueden llegar a premio Nobel: acá tuvimos al insigne Camilo José Cela. Lamentable. Mira, es acordarme y me pongo... así que creo que yo también voy a darme un buen trago de ese tilo, que suena muy, pero que muy bien.

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