Minicubas 8. 2017
Leer es de las
cosas más placenteras del mundo. Una de sus virtudes laterales es que se puede
hacer en múltiples circunstancias. Casi ningún buen lector negará que es
hermoso hacerlo mientras se caga. Pero esta modalidad tiene un problema. ¿Qué
hacer con el libro una vez terminada la deposición? ¿Dónde ponerlo mientras uno
hace lo necesario antes de salir del baño? Baños pequeños, atiborrados de cosas, con el piso o los
estantes mojados, etc. suelen complicar el asunto. No imaginé que encontraría
la solución en un hotel de Varadero. ¡El posalibros, señores! Creo que todos
los baños del mundo deberían tener su posalibros correspondiente. Lectores de
todos los países, unámonos. Luchemos por eso.
Qué ordinario! diría tu tía Dieva...
ResponderBorrarjaja! En mi casa hay uno, heredado de mi padre. Vaya, que no es tal lindo como ese, pero funciona. Gracias por esto, me ha recordado a mi papá y mi infancia.
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